En la cara de un niño
brilla la curiosidad
y ese niño se acerca y pregunta:
Hola tú, ¿esto qué es?
(Paco Bello – Hola tú)
El martes despedí a mis niños hasta septiembre. Llevo con ellos dos años y, como algunos ya sabéis, no estoy muy bien con ellos porque son un grupo muy revoltoso y no es fácil llevar la clase. Pero, como me pasa siempre, les cojo muchísimo cariño y más a éstos, porque es la primera vez que paso tanto tiempo con los mismos niños.
Además de éstos, tengo otros grupos con los que me lo paso bastante bien siendo su “teacher”. Disfruto especialmente con los pequeñines de 3 y 4 años, que me tienen hipnotizada. Se parecen a los de la canción, preguntando todo el rato por qué esto, por qué lo otro, esto qué es, esto cómo se hace… y, sinceramente, me lo paso bomba.
Luego van creciendo y van perdiendo la inocencia. Cuando se trabaja en un colegio con niños de edades comprendidas entre los 3 y los 14 años, estos cambios resultan bastante evidentes, pero siempre parecen conservar ese punto infantil y de inocencia que asoma a veces, con timidez para que nadie se de cuenta.
Por eso me cuesta tanto creer que un crío que apenas ha cumplido los 10 años, haga lo que hace, y lo que es peor, que, según me cuentan, lleve haciéndolo desde los 4 años. En realidad no me cuesta creer lo que hizo el otro día en la calle, fuera del horario escolar y en una celebración rodeado de otros niños y de muchos adultos. Desgraciadamente, he visto varios episodios, reacciones y salidas de este chaval para que me sorprenda. No, no me cuesta creerlo, me duele.
Seguiré apostando por él y seguiré intentándolo, porque el año pasado intentó tirarme una silla y este año me sonríe cuando entro en clase y me abraza en los recreos, porque en su cara sigue brillando la curiosidad, aunque cada vez menos…