sábado, 24 de marzo de 2012

Cambios.




La primera vez que cambié de domicilio por motivos laborales, adelgacé. Creo que fue la única vez en la vida que esto me ha ocurrido. Cuando me mudé en noviembre mi hermano me recordó este hecho diciéndome que a ver si ahora me iba a pasar igual.

Supongo que el cambio de actividad fue lo que influyó en aquella ocasión y no mi pésima alimentación, ya que comía de todo lo que engorda y en abundancia.

En esta ocasión, no ha ocurrido. He cambiado de actividad, sí, también ando más (que llevaba mucho tiempo sin hacerlo), pero como a todas horas: que si una galletita después de comer, que si unas avellanillas cuando llego a casa, que si un heladito después de la cena… así no hay manera.

Lo bueno de esto es que tampoco he engordado.

Mi cambio de domicilio ha supuesto también otro cambio de actividad. Gracias a un súper regalo de Reyes y a que tengo una vía verde cerca de casa, he empezado a pedalear un poquito los fines de semana. Me canso enseguida, pero poco a poco. Qué diferencia a cuando era niña y no había quien me bajara de mi bici…

El caso es que, aunque he cambiado de domicilio, este hecho no consta en ningún sitio, por lo que he sido convocada a ejercer mi deber como buena ciudadana en una mesa electoral. Y ya van dos. (Seguro que me empadrono en mi nueva dirección y me vuelven a llamar…) Para los que no han estado nunca en esta situación, os diré que no es que sea algo terrible, pero si un verdadero fastidio estar desde las ocho de la mañana hasta las tantas de la noche (la vez anterior terminé a las doce de la noche) en un silla y posición poco cómoda, mientras buscas un nombre en una lista y escribes en otra.

Y esta noche hay cambio horario. No había otro día que el mismo en el que se celebran las elecciones al Parlamento Andaluz. No les basta con citarte a las ocho de la mañana un domingo, sino que además es ese domingo que tiene una hora menos de sueño…

El cambio horario nos traerá amaneceres tardíos, tardes más largas y más horas de luz natural. El otro cambio que se prevé tras el domingo, me temo que no traerá nada bueno…




martes, 13 de marzo de 2012

Hace doce años...








Hace doce años empecé, oficialmente, mi trabajo como maestra.

Los comienzos ya los conté, así que, como de costumbre, me centraré en lo nuevo.

Llevo ya cuatro cursos en Siberia y este curso tengo 76 alumnos (que, comparados con los doscientos y pico que he tenido en otras ocasiones, son pocos) desde infantil hasta tercero de primaria a los que doy Inglés (este año he perdido dos horitas con cuarto), y sí, sigo llamándolos a todos por su nombre, aunque de vez en cuando llamo a E cuando quiero llamar a N y viceversa (a Alejandro ya no lo confundo más, como comenté el año pasado, la canción de Lady Gaga ha sido mi salvadora, a ver si encuentro otra solución para no marear más a las otras dos niñas…)

Además soy la tutora de 12 de ellos. La verdad es que es un lujazo trabajar con una ratio tan reducida, sin duda una de las razones por las que pienso quedarme muchos añitos en mi cole: MIS NIÑOS.

Este año me libré de mi condena (aunque no los pierdo de vista, para una maestra sus niños siempre serán sus niños) y parece que estoy un poquito más relajada, pero no del todo. La verdad es que estoy bastante contenta con mis niños, pero es que parece que todos los regalitos me tienen que caer a mí (mi regalito de este año me irrita y me divierte a partes iguales…)

Cada año disfruto más con los peques de infantil. Los de tres años me tienen loquita y, lo que me derrite “del to”, es cuando vienen a buscarme en los recreos para decirme “Hello!” o darme un besillo. O como vienen todos a abrazarme cada vez que entro en la clase. Bueno, esto no sólo lo hacen los peques, también lo hacen los de 1º, 2º y los de mi tutoría. Son los grandes privilegios de esta profesión y lo que hace que se te olviden los malos ratos.

La agenda del móvil sigue creciendo e, inevitablemente, sigo despidiendo año tras año a compañeros estupendos.

Sigo teniendo menos voz, menos paciencia (creo que, al igual que mi voz, ya no la recuperaré del todo) y más dolores de espalda (los de cabeza han menguado, menos mal). Sigo con mi recorrido diario de media horita hasta Siberia en compañía de mi Godric y sigo teniendo una entrada pendiente con este tema.

Y, como no, sigo teniendo mucho que aprender y disfrutar con mis niños siberianos.

;-)

Posdata: Y sigo cobrando prácticamente lo mismo que hace doce años…



domingo, 4 de marzo de 2012

La gala de los Oscar 2012.



Hace tres años, comencé mi crónica diciendo que la gala me había gustado mucho. Hace dos, la inicié diciendo que me había gustado poco, y el año pasado la empecé diciendo que, simplemente, me había gustado.

Este año la comienzo prácticamente igual: la gala me ha gustado (ni mucho, ni poco, ni para comerse el coco, como dirían los Hombes G).



Además, tengo que reconocer, que esta gala la he visto un poco distraída, pasando de ver muchos de los comentarios que hacían en la mesa de Canal Plus. Lo siento, pero Manuela Velasco no ha estado a la altura de mi admirada Ana García Siñeriz. Sin embargo, Cristina Teva sigue sumando puntos año tras año, aunque en esta edición la hemos visto menos que en otras ocasiones.

Ahora vamos con la gala en sí. Me llamo la atención que empezara de manera tan extraña: Morgan Freeman ofrecía un discurso de bienvenida y presentaba al maestro de ceremonias que, tras el obligado montaje en el que se cuela en algunas películas (con beso de George Clooney incluido), Billy Crystal salía a escena.

Como ya he comentado en otras de mis crónicas, los traductores del Plus, cada año están más espesitos (las mujeres parecen más despiertas), con lo que esta servidora no entendió la mayoría de chistes y muletillas del presentador. (Se me pasó grabar el resumen del día siguiente, ahí sí que las traducciones están un poquito más trabajadas y se entienden las bromas mejor).

Pero insisto, me quedo con Hugh Jackman forever.

En cuanto a los premiados, pues más o menos lo que se esperaba.




Por fin, mi Meryl Streep subía a recoger su tercer y merecidísimo Oscar con uno de los discursos más emotivos de la noche (el detalle de nombrar a su marido en primer lugar para evitar que su discurso quedara acallado por la musiquilla que les ponen para que vayan terminando, me pareció muy bonito).

Otro momento estelar para mí fue cuando Christopher Plummer (el Capitán Von Trapp de mi muy querida Sonrisas y lágrimas”) subió a recoger su estatuilla con uno de los discursos más originales y emotivos que se recuerdan.

Diferentes reacciones tuvieron los otros dos galardonados de la noche. Jean Dujardin no podía reprimir su alegría y euforía, mientras que Octavia Spencer no podía contener su emoción y sus lágrimas.



Alegría también para todo el reparto de “The Artist” y decepción para “Chico y Rita” y Alberto Iglesias. Otra vez será.

Por lo demás, la gala transcurrió como de costumbre. El habitual “In memorian” fue acompañado de la canción “What a wonderful world” interpretada por Esperanza Spalding, la gala fue amenizada por el Cirque du Soleil, la pareja formada por Gustavo y Peggy también hizo acto de presencia (por cierto, que la voz original de Peggy es clavadita a la que siempre hemos escuchado aquí) y los demás presentadores hicieron sus habituales bromas con más o menos acierto.



Y ahora, le toca el turno a la sección “Lo más…” y “Preguntas sin respuesta” que siempre hago en honor a la revista Fotogramas.

Lo más…

…sexy: Brad Pitt (ya sabéis que lo adoro)

…sexy by twitter: la pierna de Angelina.

… cachondo: Jim Rash imitando la pose de Angelina.



…gracioso: el entusiasmo de Emma Stone frente a un inexpresivo Ben Stiller.

…trasgresor: las chicas de “La boda de mi mejor amiga” bebiéndose una botellita en directo.

…emotivo: como de costumbre, el “in memorian”.

… 11811: la cantante Esperanza Espalding.




…emotivo y cariñoso: los discursos de Meryl y Christopher.

…desastroso: los traductores (masculinos) del Plus (one more time…)

…aplaudido: Michael Douglas.

…entusiasmada: Sandra Bullock aplaudiendo a Meryl.

…estirado: Billy Crystal.

…elegante: desde mi modesta opinión, Milla Jojovich.



Preguntas sin respuesta:

- ¿Por qué (y ya van cuatro) se empeñan en entregar los premios honoríficos en una gala aparte?

- ¿Por qué sólo había dos canciones nominadas a mejor canción? (Ya llevan varias ediciones sin llegar a las cinco habituales).

- ¿Por qué se siguen eliminando las actuaciones musicales en directo?

- ¿Por qué el “pre-show” sigue siendo un aburrido interrogatorio a los asistentes consistente en averiguar “de quién vas vestido/a” y “quién te acompaña”? (Que aprendan de Cristina Teva).

- ¿Por qué Cristina Teva sigue haciendo preguntas inteligentes a sus entrevistados y no la contratan para el show oficial?

- ¿Por qué le sientan tan bien los años a algunos actores?

- ¿Por qué van todos tan estupendos y estupendas?

- ¿Por qué no han vuelto a contar con Hugh Jackman como el perfecto maestro de ceremonias?

- ¿Dónde estaba Jack Nicholson y sus gafas (y van cuatro)?

- ¿Por qué a Brad Pitt es tan guapo, se ponga como se ponga?

- ¿Por qué le sienta el pelo largo tan bien a Brad Pitt?