
Londres es una ciudad chulísima. Lo era hace diez años en invierno y lo es ahora en verano, aunque hayamos pasado muchísimo calor (y yo llevándome rebecas, chubasqueros y paraguas…)
La aventura con la maleta, el aeropuerto, el taxista y demás, casi merece una entrada aparte, pero no quiero resultar aburrida. Sólo mencionaré las medidas extremas de seguridad que tuvimos que pasar en Ciudad Real. Sí, increíble, aunque comprensible si sólo tienes un vuelo diario al que avasallar con los registros y las inspecciones del tamaño de la maleta. Al final no nos pesaron la maleta ni aquí, ni allí. Si lo hubiéramos sabido, no nos hubiéramos cortado tanto con las compras, porque en mi maleta todavía había hueco (pequeñito).
Por lo demás, todo genial. Volví a ver muchas cosas y otras que no vi la vez anterior. Como siempre, han quedado otras, para tener la excusa de volver, jeje.
Y bueno, volví y me fui a la playa tres días, a reponerme un poco porque estaba reventaíta de tanto andar y subir y bajar escaleras del underground. Ahora me quedaré unos días y el sábado me vuelvo a escapar hacia el norte.
En agosto pararé y me dedicaré a mirar tiendas de muebles a ver si le doy un empujoncito al piso. Por cierto, que las golondrinas siguen allí, ensuciándome todo lo que pueden y más, las muy…
¿Qué tal por aquí? A ver si me pongo al día.
;)